POR
DENTRO Y POR FUERA
Planeando un viaje, no realizado al Japón,
leí sobre el Haiku y me sorprendió
la similitud de conceptos que tenía con mi
obra, la atención al instante, prosaico,
pero esencial, que hace que todo gire en torno a
esos momentos cruciales de parar y comenzar, comenzar
y parar. Esos instantes que dotan a imágenes
muy diversas de un misterioso e indefinido, pero
profundo, significado. Como un poema de Basho: ¡
Débiles son mis piernas! pero está
en flor el monte Yoshino.
Si de lo que hablamos es del proceso creativo, es
siempre el mismo, reviso mis cientos de fotos y
una imagen tal vez vista docena de veces se convierte
en nueva y desconocida, como un encuentro casual
que me emociona y motiva. Esta imagen primeriza
es inocente y aunque le faltan un montón
de ingredientes conceptuales y estéticos,
tiene ya la esencia de toda la obra final. Aliño
la obra y se complica, y entonces debo invertir
el proceso, limpiando y suprimiendo lo añadido,
hasta recuperar la impresión primitiva y
esencial de la primera imagen.
Santiago
Martín Sancho. 2008. |
Fragmento
de la crítica publicada en "El PUNTO
DE LAS ARTES"
Universo
plástico insondable, cargado de referencias
a la soledad del individuo, inserto siempre dentro
de estructuras antropofágicas, industriales,
dentro de terminales de aeropuertos o estaciones
vacías. El pintor emplea un sistema de metáforas
visuales que se van engranando unas con otras. Poco
a poco va construyendo un particular discurso artístico,
casi un monólogo que describe la situación
del hombre a medio camino entre la existencia silenciosa,
necesariamente aislada, y el sueño de libertad,
la promesa de volar.
Cada una de sus obras interpela al espectador. Con
gran realismo a la hora de pintar sus personajes,
Santiago Martín los introduce dentro de composiciones
de angustiosa espacialidad. La inmensidad y la prolongación
perspectívica parecen, en no pocas ocasiones,
abrumar al individuo, inquietado. Al igual que en
los sueños, retazos de realismo fotográficos
se cuelan en sus composiciones. En ocasiones a través
de una ventana, otras parecen tratarse de un cuadro.
El arte está presente también dentro
de sus oníricas creaciones. Quizá
se trate de un museo con esculturas, quizá
no. Por eso sus cuadros resultan tan interesante,
pues nunca desvelan con claridad lo representado.
Los sentimientosdel hombre, sus angustias y temores
quedan tan sólo entreverados.
El artista se nutre también de recuerdos
y formula una de las máximas más complejas
de nuestra propia existencia: no somos sino aquello
que un día fuimos. Lo que anhelamos, el campo
de los deseos se torna también en existencia
subjetiva, pero no por ello menos verdadera. Su
paleta paleta de grises, ocres, azules y verdes
plasma con serena sutileza cada uno de los motivos,
contribuyendo al aspecto reflexivo de su arte.
" Intenta imaginártelo", nos dice
en uno de sus cuadros. Imaginar el sentido de la
existencia. Lo tiene, aunque redescubrirlo suponga
todo un reto personal y colectivo.
Sela
del Pozo Coll. 2004 |
Fragmento del
texto “Certezas invisibles”
A expensas de esto, no
pasa inadvertida la pura delectación que
parece sentir el pintor en ese buscar la conexión
con certezas invisibles, lanzando su obra a fecundos
territorios donde la manifestación de lo
sensible se vuelca a la razón contenida
de emociones. De alguna manera las obras de Santiago
parecen lograrse a sí mismas por lo que
de prolongación de él tienen. Son
partes poéticas de un canto que se masculla
hacia el interior, como si por un momento lograra
contarse sus propias inquietudes y descubrirlas
como nuevas al ser contempladas.
El silencio, otra máxima en su trabajo,
es pieza fundamental en la construcción
de su universo. No necesita ruidos por que estas
imágenes son panoramas paseados en la memoria
y lo recién pensado, del mismo modo que
desde la quietud de la palabra surge la voz inesperada
sin saber de dónde haciendo posible la
poesía sin contar cadencias ni intenciones.
Así trabaja Santiago, hurgando en cómo
son las cosas desde el pensamiento, desde la cavilación
desperezándose en cada cuadro dictando
localidades a las formas de lenguaje al que debe
su acierto: la pintura.
Juan
Antonio Tinte. 2OO2.
|
Catálogo
Galería Martín Breznes (Zamora)
La luz artificial es misteriosa
por naturaleza, desafía constantemente
el movimiento planetario, al orden natural de
nuestro universo. Acostumbrados a verla, no percibimos
en su plenitud la magia profunda de una sencilla
bombilla. Sin embargo, cualquiera que haya tenido
hijos, habrá observado cuán poderosamente
se sienten atraídos hacia todas lámparas
de la casa. Algo les dice en su instinto que aquello
es poderosamente humano, desconcertante, como
la sombra que le acompaña, el interior
del cajón cerrado, el rostro que se oculta,
o esa cama desconocida y aún palpitante.
Acaso hay algo más parecido al sexo y al
enigma de la vida que una bombilla encendida.
Santiago
Martín Sancho. 2000.
|
|
|
|